Nadie pone en
duda que el éxito sea algo importante, de hecho nuestra misión en la vida es
tener éxito, y ese éxito significa ser feliz, será importante tener un buen
puesto de trabajo, una situación económica estable, pero de nada sirve si al
final uno no es feliz.
Hoy en día, vivimos en una sociedad demasiado
individualizada, en la que no importa si hay que pisotear a los demás con tal
de conseguir lo que queremos, quizá como consecuencia de esto, se le da demasiada importancia a
la imagen personal, y no digo que no sea importante, porque desde luego alguien
que cuida su imagen, demuestra que quiere estar bien presente ante los demás, y
no de cualquier forma, es como ponerse en la situación del otro y decir, voy a
presentarme tal y como me gustaría que se me presentasen a mi.
Se invierte mucho tiempo y dinero en adquirir muchos
conocimientos, y tener una buena formación profesional, pero se deja a un lado
la parte moral, que es donde tiene que residir el centro de gravedad de la formación
de una persona. Así lo señalan muchos expertos en educación y orientadores
familiares y de recursos humanos, y nos advierten que muchas de estas personas
presentan carencias en lo que se refiere a su formación moral: pesimismo, indecisión,
inseguridad, dificultad para trabajar en equipo… , y al final esta falta de
valores no solamente repercute negativamente en la felicidad, sino también en
la propia formación profesional, lo cual es irónico teniendo en cuenta los
esfuerzos que se invierten en ello.
Quien vive con unos principios bien arraigados, muchas
veces es ridiculizado, ya que no se entiende, por ejemplo, por qué alguien
tiene que compartir lo que tiene con los demás, es visto como una muestra de
debilidad. Muestra de esta individualización es la que vemos, cuando se nos
dice que hay que estar a la última, tener el mejor coche, una casa espléndida,
llevar ropa cara… eso es una forma de mostrar a los demás el éxito que tenemos
en la vida, y cuanto más dinero tengamos, quiere decir que tenemos más éxito.
Es aquí donde está el problema, hemos dado al dinero
un valor que no tiene, justo igual que cuando un deportista olímpico entrena
duro y consigue la medalla de oro, esa medalla de oro no es una simple medalla,
sino que tiene un valor, es un símbolo que representa el esfuerzo y la
dedicación de ese deportista, y sería absurdo que la compartiera, ya que esa
medalla representa un fin; el problema está en que le hemos dado al dinero el
mismo valor sentimental que a la medalla, y por eso el compartir el dinero con
los demás se ve como una renuncia a los frutos que ha engendrado nuestro sudor,
nos hemos olvidado de que el dinero no es un fin, como esa medalla, sino que es
un medio.
¿Un medio para qué?
La economía es un medio para asegurar el bienestar
económico de las personas, facilitarles el que puedan vivir de una
forma estable, es decir, que debe tener en cuenta a la persona como un fin, no
como un medio para la adquisición de bienes.
Un capitalismo exagerado no tiene sentido precisamente
por esto.
El comunismo tampoco tiene sentido, porque el hecho de
dar a todos lo mismo es una forma de despreciar el trabajo de aquellos que
trabajan duro, mientras que los que no hacen nada, dicen para qué trabajar en serio si total, el Estado nos va a pagar a todos
lo mismo, se crea así una sociedad de vagos y holgazanes, y al final eso se
traduce también en una falta de valores, y una sociedad poco productiva.
Lo que tiene sentido es algo intermedio.
Hace poco he escuchado sobre la economía de comunión,
básicamente lo que viene a decir es esto, que la economía debe estar al
servicio de la persona, y no la persona al servicio de la economía, os
recomiendo echar un vistazo por internet, porque, de verdad, merece la pena.
La crisis actual en la que vivimos es causada por esta
falta de valores morales, cuando la gente comenzaba a pedir préstamos a lo loco,
con el resultado final que todos sabemos. Por tanto, la culpa la tenemos todos,
no es solamente de los bancos, o de los políticos (a los que por cierto, los
votamos nosotros), es muy típico el caso de alguien que pidió un préstamo con
un alto interés, por tanto esa persona se endeuda y dice es que los bancos son gilipollas, por que me dan esos préstamos, como
si no tuviera el otro la culpa de nada, es para decirle, ya, pero tú eres el gilipollas que pidió el préstamo, aun sabiendo las
consecuencias que ello traería.
Debemos responsabilizarnos, y reconocer también
nuestros errores, el ver a la sociedad como una víctima y decir pobrecitos, cómo son engañados, es
peligroso. Y es peligroso, porque puede llegar alguien, y decir, no os
preocupéis, yo haré que no seáis víctimas, que por cierto, es justamente el
discurso que dio Hitler, el mismo discurso que le llevó al poder.
Al final acabaremos por salir de la crisis, pero de
ella no nos van a sacar los políticos, es una tarea de todos y cada uno de
nosotros, debemos dar el primer paso y quitarle al dinero ese valor sentimental
que le hemos atribuido. Eso es lo que cada vez está haciendo más gente, cada
vez son más los que deciden dedicar tiempo en ONGs de forma gratuita, se ayudan
más entre las familias, cada vez hay más jefes que se recortan el sueldo para
sacar adelante la empresa…
Es cierto que la crisis es mala, pero si hay algo
bueno que tiene es que mucha gente se está dando cuenta del valor que tienen
las personas, me recuerda a la entrada EL DOLOR.
Por eso creo que es importante pararse a pensar sobre
los valores morales, profundizando en el concepto, ya que sino nos quedamos
solo en la palabra, y al final lo único que estamos usando son palabras vacias,
como puede verse cuando se habla de libertad en la entrada PELOTAS LOCAS, al
final acabamos por no tener espíritu crítico y aceptando cualquier cosa que se
nos diga, os recomiendo la entrada DESCUBRIENDO EL MODO DE ACTUAR DE LAS IDEOLOGÍAS TOTALITARIAS, en la que se refleja muy bien esto.
Despido este capítulo haciendo un repaso sobre los
valores de los que se han hablado: felicidad, amor, perseverancia, motivación, valentía,
fuerza de voluntad, sangre fría o autocontrol, paciencia,
lealtad o fe o esperanza, empatía, autoestima, optimismo,
autocrítica, sinceridad, humildad…
Seguramente
me olvido de alguno por hablar, de todas formas sabéis el estilo de mi libro de
ir relacionando conceptos, y supongo que ya habréis visto como a medida que
habéis ido leyendo, hay una coherencia
entre las entradas, por lo tanto, al final, se irán atando cabos sueltos.VOLVER AL CAPÍTULO 2