lunes, 3 de diciembre de 2012

LA LEALTAD


Esto que voy a escribir es de un artículo que leí en una revista de hacer familia, escrito por Alfonso Aguiló, viene a decir lo mismo que he dicho en anteriores entradas, pero puede servir para complementar
En el camino vital de cualquier persona hay toda una serie de decisiones que pueden y deben tener un carácter definitivo: los principios y valores por los que uno apuesta, los proyectos de largo recorrido a los que uno se entrega, la persona a la que une su vida, las nuevas vidas que se traen al mundo y, en fin, todas aquellas decisiones que no pueden ser revisables cada vez que surge una dificultad, puesto que son opciones que exigen una lealtad continuada.
Es cierto que saber rectificar una decisión mal tomada es una muestra de sensatez. Pero quienes no terminan de decidirse, y dudan, tienen miedo, o se replantean todo una y otra vez, hacen de sus vidas un camino sinuoso y errático, en el que otros acaban decidiendo por ellos, puesto que, inevitablemente, toda persona acaba tomando un camino, y no otros, y al final, quien no opta con determinación por el suyo, acaba tomando, sin mucha reflexión, cualquier otro a los que la vida le conduzca.
Lealtad continuada al camino emprendido no significa irreflexión ni lealtad ciega. Es obvio que todo camino atraviesa siempre algunos momentos de oscuridad, y que ningún proyecto ofrece plena satisfacción de principio a fin. No se trata de eludir la pregunta frecuente sobre el sentido de los que hacemos, o sobre la medida en que nuestros esfuerzos nos acercan realmente  a la meta que buscamos. Pero esa pregunta sobre el sentido de lo que hacemos no puede convertirse en una duda permanente, o en el replanteamiento constante de nuestros objetivos, o en el abandono cuando aparecen los contratiempos.
Y como contratiempos inesperados aparecen en todo camino, parece claro que, para llegar a buen fin, hay decisiones importantes y de cierto alcance que exigen un compromiso de no retorno, porque de lo contrario es previsible que, tarde o temprano, flaqueen nuestras fuerzas y abandonemos nuestro empeño sin esforzarnos lo suficiente.
Y hay unas cuantas decisiones en la vida que exigen este tipo de apuesta valiente, porque, de lo contrario, la posibilidad de volverse atrás impide que se movilicen todos los recursos personales que podemos sacar de nuestro interior para llevar a feliz término esas  empresas difíciles, como lo son, por ejemplo, formar una familia unida o ser fiel a una vocación o a unos principios a lo largo de toda la vida. Hacer elecciones definitivas y vivirlas con fidelidad es lo que ensancha la libertad y da sentido pleno a la existencia.

Aprovecho para decir que la imagen con la que veo la esperanza, la lealtad, o la fe (como queráis llamarlo) es con forma de horizonte, porque es el lugar al que te diriges, la meta que te propones. Sin embargo, no eres capaz de ver lo que hay al otro lado, pero aun así sigues siendo fiel a tu proyecto y continúas adelante en el camino.
Supongo que Cristobal Colón también lo asociaría con esta imagen.

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